Músicos callejeros: refugiados de la música

Foto: Paola Moyano

Los músicos callejeros son una figura en las calles «penquistas», con una presencia artística y melodía única. Refugiados en la música, desde guitarristas por naturaleza hasta trabajadores cesantes dejados de lado por el estado.

Los transeúntes son el público, el sombrero o la funda del instrumento, el “punto ticket”, la calle, el escenario y una simple persona se transforma en artista, al producir música desde un parlante o en a capela. Las calles de concepción son dirigidas por orquestas, blues, rock clásico, metal, folclor andino, rap, entre otros, una mezcolanza de géneros que pueden ser escuchados en una misma cuadra.

Músicos y la pandemia

La guitarra, una característica de Roberto Ferrada, un músico callejero que toca covers de jazz, rock and roll y blues desde el 2016 en su ciudad natal, Chillán. Uno de los tantos artistas que se vieron afectados por la pandemia, que ha logrado salir adelante tras su propio esfuerzo, “el gobierno jamás me ha apoyado en nada”, explicó.

“Me comunico con la música, conectado con la gente que me escucha y con lo que me gusta hacer. Siento que alegro un poco a la gente cuando transcurre frente a mí”, Ferrada expresa su apreciación hacia la música en las calles de la ciudad penquista.

Fotografía por Paola Moyano

Desde la actuación al canto

El arte se puede enmarcar en diferentes áreas, como pasar de la actuación al canto. Carolina Intveen lo puede asociar, una actriz de 46 años, nacida en Concepción, pero con una permanencia en Santiago, regreso a sus “raíces” al tocar música en la plaza Perú.

Durante la pandemia se dedicó a aprender guitarra y perfeccionar su canto, ya que no había «pega», así que se dedicó a practicar. “Hay que hacer las cosas muy mal por mucho tiempo para hacerlas bien”, explicó la artista, al profundizar en la música abarco artistas relacionadas con el rock argentino y principalmente inspirada en mujeres del país.

Fotografía por Paola Moyano

Músicos y el compañerismo

Los dúos son característicos en la música callejera, ya que los integrantes son un apoyo para el otro. En el caso de Michael Hernández y Álvaro Ormeño, pasaron de ser desconocidos a compañeros en el mundo musical.

Llevan más de veinte años en la música y tocando el charango, se dedican a tocar música latinoamericana priorizando el estilo andino con inspiraciones como Inti-Illimani. “Fuera de la remuneración, el objetivo es alegrar a la gente, como los que bailan frente a uno o a cantar”, explicó su objetivo Ormeño al tocar charango.

Fotografía por Paola Moyano

La perseverancia en la música

De hobby a oficio, Aarón Cané se dedica desde los 12 años a la guitarra gracias a su hermano mayor, escuchando bandas de rock clásico y dedicándose al blues. Un hombre que luego de trabajar por 15 años quedó cesante, haciendo un stop en su vida y tomando la decisión que lo tiene tocando en las calles penquistas.

“Para mí la música significa terapia, es la mezcla de letra, poesía, ritmo, emociones, el desahogarme con la guitarra, se la recomiendo a cualquier persona”, explicó Carné de como la música lo motivo a seguir adelante en compañía “un parlantito humilde” y una guitarra.

Fotografía por Paola Moyano

A la hora de la necesidad se toca guitarra

La música va más allá del sentimiento y la pasión que se exprese al crearla, las personas también recurren a ella a la hora de la necesidad. “Toco guitarra, porque soy pobre, necesito el dinero, lo que me motiva para toca es llevar el pan a la mesa de mi familia”, explicó Bravo presentando la importancia de su quehacer.

Un hombre que toca guitarra desde los 13 años, que como él explicó “hace 40 años dando jugo con esto”. Se dedica a tocar covers de Pink Floyd, The Beatles, entre otros artistas, en paralelo también abarca la música propia como su banda “la blusablues”.

Fotografía por Paola Moyano

Desde el exterior a la melodía penquista

La vida de los músicos puede llegar a ser doble, como hacer carwash y por las horas sobrantes salir a cantar. Fred Varillas Montoya, un cantante proveniente del Perú, Lima, llegado a Chile el 2007, se dedicándose en «part time”, a la música en las calles de Concepción, ya que pertenece a esta ciudad hace un año.

“Me metí en la música por la voz que tengo, la considero una bendición de dios. Por lo mismo toco todo tipo de música, pueden ser en inglés, español, baladas, entre otras”, manifestó Varillas refiriéndose a su tonada, estilo y sonido.

Fotografía por Paola Moyano

La representación femenina en la quena

La música va más allá que la guitarra, por ejemplo, la “quena”, que es una flauta andina de caña, es uno de los instrumentos más antiguos del continente americano. Existen pocas mujeres quenistas en el país, Roxana Angulo es una de ellas, la cual explica que la pandemia fue “una oportunidad” para dedicarse a la música como el componer.

“Me percaté de la diferencia que existe entre la calle y los restoranes, el contexto es muy diferentes. En las calles la gente anda acelerada, pensando en lo material, lo comercial, a comparación del restorán donde la gente me entrega un espacio y atención”, especifico Angulo, mujer que asocia la música a la libertad y la meditación.

Fotografía de Paola Moyano

Un sueño, un parlante y un micrófono

Los músicos necesitan solo un parlante y un micrófono, los cuales pueden abarcar años de dedicación musical en las calles, Gerson Gaete un hombre que canta de inicios de pandemia. Todo comenzó con un “leseo” entre amigos, transformando así un hobby en su empleo.

Espontáneo es la palabra que lo define, el hombre que se para en vía pública a cantar canciones románticas, con una pequeña preferencia en el inglés, realiza todo de forma espontánea, jamás ha practicado antes de hacerlo frente a un público. “El trabajo bien hecho es cuando disfrutas hacerlo y la gente lo nota”, manifestó Gaete.

Fotografía de Paola Moyano

Músicos y el romanticismo antiguo

La música de otra época ocasiona en las personas, recuerdos, emociones, pensamientos, un ejemplo de ello, es el “bolero” un género de música proveniente de Cuba se destaca por ser romántico. Un estilo musical que aborda Jaime Flores y Gonzalo Arriagada, artistas que lo reviven en las calles de Concepción acompañados de un requinto y una guitarra.

El bolero para Flores es “toco música porque es mi sustento de sobrevivir”, a diferencia de Arriagada que abarca la música callejera como, “toco música porque amo la música, te hace llegar a la gente a través de las emociones y recuerdos”, explicó, un dúo de música que se apoyan el uno al otro con sus objetivos.

Fotografía por Paola Moyano

Expresarse a través de lo musical

De necesidad a oficio, Miguel Ángel Alveal, en sus inicios tocaba el violín en las galerías por la necesidad de comprar cuerdas o accesorios del instrumento, cuando le empezó a ir bien lo convirtió en su oficio.

“Es satisfactorio hacer lo que me gusta, tocar el violín y llegar a las personas, vale más que el dinero”, expresó Alveal sobre los diferentes intereses de los músicos. Lo más destacable de crear música, según el violinista, es “el poder transmitir a través de su instrumento”, hace un llamado a atreverse y expresarse a través de un instrumento.

Fotografía por Paola Moyano

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